Área de concentración


HISTORIA, CULTURA E IDENTIDADES

Las posibilidades que abre la articulación entre cultura e identidades constituyen una clave para entender las perspectivas historiográficas actuales. Tributarias del contexto histórico actual, estas perspectivas se abren a cuestiones cruciales que tocan la contemporaneidad, definiendo sus contornos y ritmos. En otros términos, vivimos un tiempo en el que los dilemas culturales e identitarios se convierten en fundamentales, ya que se configuran como problemas pero también como problemáticas posibles para la comprensión del tiempo presente. De ahí su inevitable vínculo con las cuestiones y prácticas historiográficas de nuestro tiempo.

La operación historiográfica se enfrenta a la exigencia de responder a las preguntas del universo cultural, principalmente las relacionadas con cuestiones de etnia, religiosidad, género, educación, comportamiento, etc. -Pero, como recuerda el antropólogo Roberto Cardoso de Oliveira, “si la identidad y las cuestiones culturales van juntas, eso no significa que debamos ver en la relación entre ambas un vínculo causal”. Por lo tanto, el área de concentración del curso -Historia, Cultura e Identidades-, se coloca como elemento problematizador de la propia relación entre estos términos, además de ser una concepción referencial para las Líneas de Investigación Instituciones y sujetos: saberes y prácticas y Discursos, representaciones: producción de sentido. Se entiende, así, que Cultura e Identidades, si bien son conceptos dinámicos y dinamizadores, deben ser debidamente problematizados, es decir, en función de temporalidades específicas, preocupación que históricamente se hace efectiva en los diferentes proyectos de investigación que integran dichas Líneas de Investigación.

Cabe destacar que la conexión entre Cultura e Identidades, además de proporcionar enfoques conceptuales diversificados, permite, en términos empíricos, un amplio cuestionario de investigación. En los últimos tiempos, la noción de identidad está en entredicho: inmersa en un contexto turbulento de ruptura o fragmentación de los sistemas culturales, la identidad, continuamente reelaborada en relación con las formas en que nos representamos y representamos en los sistemas culturales circundantes, se presenta aún más abierta y provisional. Proliferan las mezclas y los géneros compuestos resultantes de la hibridación de tradiciones étnicas, de clase, generacionales, nacionales, etc.

Si no es posible concebir que las culturas nacionales, en ningún momento, se hayan presentado como entidades homogéneas y absolutamente distintas, hoy se hace más evidente su carácter híbrido y segmentado, dados los flujos cada vez más intensos y rápidos de mensajes, bienes y personas. En este sentido, dicha articulación implica la investigación de diferentes sistemas de valores, creencias, hábitos, costumbres, formas de vida, experiencias sociales, prácticas, discursos, representaciones, entendidos en relación con procesos identitarios plurales, a veces ambiguos y casi siempre contradictorios. Los procesos identitarios se entienden como la construcción sociocultural de identidades de clase, de género, étnicas, profesionales, institucionales, políticas, ideológicas, religiosas y de edad, entre otras; procesos que se inscriben, material y simbólicamente, en diferentes espacialidades y territorialidades: global, nacional, regional, local.

Así, el área de concentración HISTORIA, CULTURA E IDENTIDADES se convierte en un campo de posibilidades: una vía de acceso que proporciona instrumentos de investigación y análisis, a la vez que se constituye como objeto de investigación, sugiriendo diferentes preguntas y problemas. La articulación apunta a la construcción de objetos de investigación bastante elaborados, incorporando a lo material lo ideal y lo imaginario, lo simbólico y lo cotidiano, en una palabra, la cultura de diferentes estratos y segmentos sociales situados en el tiempo y el espacio. Por último, la articulación no prescinde de los componentes políticos de los procesos, afirmando la comprensión de que la cultura y la identidad, ya sea a nivel individual o colectivo, se construyen en la constante relación de alteridad y son inseparables de las relaciones de poder que atraviesan y constituyen las sociedades humanas.

Skip to content